El maximalismo hipnótico de Samuel Shepherd

Floating Points nos presenta, tras el impresionante y melancólico ensamble de Promises (2021), su nueva producción titulada Cascade. Este proyecto retoma su fascinación por la música experimental, apreciada en Crush (2019), pero esta vez con un maximalismo hipnótico perfecto para bailar desenfrenadamente. Además, su apartado visual, en colaboración con Akiko Nakayama, hace que la experiencia de escuchar el disco sea aún más increíble con su técnica Alive Painting.

El disco arranca con una nueva versión del single Vocoder (2022) y da a entender un poco la línea temática que tendrán los próximos temas. Key103 comienza despacio para luego ir construyendo diversos momentos pegajosos y entusiastas. El sintetizador principal que se escucha a lo largo de la canción se aprieta de desarticula de una manera exquisita.

Birth4000 sorprende por tener un sonido inusual en el repertorio electrónico de Floating Points donde lo que se escucha aparenta ser más accesible. No logro concluir si es un acierto o no pero sí me parece interesante y difícil de ignorar es que la canción pareciera ser un homenaje a I Feel Love de Donna Summer, donde el bajo distorsionado efímeramente nos transporta al clásico de los 70’s.

Con un título un tanto pretencioso, Samuel Shepherd nos hace bailar nuevamente con Del Oro, una canción deliciosa en cuanto a capas de sonidos, polirritmos, momentos de euforia y momentos corporalmente contemplativos.

El peso pesado del disco suena en Fast Forward y Ocotillo. En la primera, Floating Points no tiene miedo alguno en lanzar un dúo de arpegios que van subiendo y bajando, cada uno por su lado pero complementándose maravillosamente para luego presentar uno de los drops más sucios y pegajosos de toda su discografía, por allá por el minuto 3:15 se encuentra la locura y paso firme; en la segunda el artista se encarga de hacer sonar unas arpas del fin del mundo para lentamente -y en crescendo- ir animando una locomotora de emociones mientras desaparece de a poco el arpa para abrirle camino al segundo momento más sucio y descarado del disco en el minuto seis de la canción aproximadamente. Ese reajuste de vibra suena increíble con un buen par de audífonos.

Samuel Shepherd sabe muy bien cómo ir edificando estos paisajes electrónicos con un nivel de detalle y dedicación impresionante. La mayoría de las canciones sobrepasan los seis minutos, los cuales tienen momentos increíbles para bailar y disfrutar de las texturas que va desarrollando. Sin embargo, no por ser canciones largas implica que todas sean excelentes. En el disco se pueden escuchar un par de canciones que extrañan y convencen poco por su estructura. Afflecks Palace llega a ser insufrible en cierto punto donde las partes más agudas no tienen ni pies ni cabeza. Me da la impresión que es una canción hecha bajo los efectos de alguna droga y que las melodías que dan lugar sonaban increíbles en la cabeza de Shepherd pero el resultado es un desastre tortuoso.

Las dos últimas canciones (Tilt Shift y Ablaze) se sienten como una sola y son bien acordes para ir cerrando esta cascada de Floating Points. Son “más calmadas” y contemplativas en comparación con el caos y maximalismo de sus anteriores. Este par de canciones son el desemboque de este torrente de agua en caída, terminando en un lago profundo y oscuro. Son los retazos de lo que escuchamos descender y que nos prepara para soltar la experiencia de oír este proyecto. La atmósfera de Ablaze hace que sea más fácil salir de este líquido errático y alocado.

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