Lo que más sorprende a primera vista de este álbum es la portada, luego la cantidad y duración de las canciones que lo componen. Son varias, son cortas, son bien representativas de lo que se puede ver en su ilustración.
Joanna Wang, artista taiwanesa, nos entrega en este proyecto un collage de estilos bastante juguetones y enriquecedores, con melodías a veces frenéticas que suben y bajan y otras que nos mantiene flotando en una nube, con letras entretenidas y cotidianas. Un menjunje de historias provocativas que nos invita a sumergirnos en una narrativa llena de comedia, terror, suspenso, crítica, locura y ternura. Su voz a veces se ve camuflada por la gran cantidad de instrumentos que están sonando alrededor pero sin por eso perder gracia y confort.
Sería absurdo comentar cada uno de los géneros que Wang se anima a explorar en su casa del terror pero lo que sí es necesario decir es que en ningún momento, pasando de canción a canción, da la sensación de que algo no está calzando. Toda su ejecución, tanto en la voz como en los instrumentos, se siente como un tren bien firme que va recorriendo estas distintas expresiones musicales.
Fue una sorpresa encontrarme con este disco pues no sabía nada de Wang, tampoco del llamado “Geek Rock” que supongo acompaña bien al imaginario musical que buscó tantear Wang con este nuevo lanzamiento. Ella posee un vasto abanico de proyectos desde hace 20 años y que sin duda invita a los que recién dieron con su música (como yo) a adentrarse en otros proyectos suyos como “The Adventures of Bernie the Schoolboy” (2011) y “The Adult Storybook” (2009).
La música puede ser sólo una transmisión de un estado, una transmisión directa entre la realidad del cantante y sus deseos de cantar sin considerar nada más, cantar sin filtros ni capas. Este no es el caso de Joanna Wang. Ella busca sentarnos a observar un relato casi fantástico: es la creación de una pronta reliquia preciada entre la cultura geek.
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